Asignar roles para educar.


Me gustaría dedicar esta entrada a hablar de una estrategia que considero trascendental cuando se realiza dentro de una intervención con un niño o niña con problemas de conducta. Esta es la asignación de roles como estrategia en el desarrollo conductual.

Pero, antes de meterme de lleno en la manera en que influye la asignación de roles en el desarrollo conductual de niños con problemas de conducta, me gustaría tratar un hecho fundamental al que no se le da suficiente importancia en las intervenciones en el ámbito conductual. Considero importante recalcar este hecho, ya que de manera inconsciente puede llegar a ser un gran impedimento en el correcto progreso de un proceso de intervención. En este caso me refiero al lenguaje y enfoque pedagógico empleados en las pautas de intervención conductual.

La importancia del enfoque comunciativo y su código.

Por lo general, cuando los especialistas nos proponemos intervenir en un caso en el que sabemos de antemano que se trata de un niño con un trastorno conductual, sabemos que durante las sesiones nos encontraremos con estallidos conductuales continuos. Una vez detectados estos estallidos se suele crear un plan de intervención conductual cuya base irá relacionada directamente con el manejo y control de las emociones en situaciones críticas. Si el niño no es capaz de manejarse y autorregularse a sí mismo, difícilmente podrá aprender y adaptar conductas nuevas.

Para trabajar esta autorregulación los objetivos principales van enfocados hacia la adquisición de nuevas estrategias de control emocional:

  • La relajación, el control de la respiración, contar hasta diez internamente…etc.

Una vez programados estos objetivos, lo siguiente a programar suele ser la integración y puesta en práctica de pensamientos y conductas encaminadas a la ética del comportamiento:

  • No pegar, no insultar, no empujar, no gritar…etc.

Cambiando la intención.

Llegados a este punto me gustaría destacar que el desarrollo y trabajo de este último objetivo suele formularse desde un sentido negativo basándose en prohibiciones: no hagas esto, no hagas lo otro…etc. Casi siempre se inculcan normas prohibitivas, y muy pocas otras veces se trata de enseñar pautas proactivas: gritando no cambias el sentido de tu mensaje, si empujas a alguien no va a querer hablar más contigo, pegar no soluciona ningún problema…etc.

Es por todo esto que considero que  cuando se programan las fases y los objetivos en los que se subdividirá el proceso de intervención en los problemas de conducta de un niño o niña, hay que tener muy en cuenta el enfoque que se le da a cada fase y cómo se correlacionan las fases entre sí. Cada fase debe ser coherente con el objetivo que se pretende alcanzar y debe ir encadenada al resto de fases. Por lo tanto, creo que no tiene ningún sentido tratar de intervenir en un problema de conducta basándose en prohibiciones con sentido negativo, y aún menos cuando uno de los objetivos finales va a ser que el niño o niña sea capaz de consttruir sus propias conductas adaptativas de manera proactiva con el entorno social.

Redirigiendo conductas.

No tiene sentido enseñar lo prohibido de manera muy pulsada cuando lo que se pretende es ver más allá de lo que no se debe hacer para entender lo que se debe o puede hacer. Por tanto, enseñar conductas desde una perspectiva proactiva –gritando no cambias el sentido de tu mensaje– puedes acercar al niño  a una nueva construcción de conductas adaptativas –voy a simplificar mi mensaje para que sea entendible– desde el pensamiento: ‘levantar la voz no proporciona un efecto práctico en la recepción de mi mensaje‘. Por lo cual, implantando pautas prohibitivas negativas (no grites) no le enseñas de forma instructiva una alternativa y se crean pensamientos confusos e improductivos como pueden ser: ¿por qué no debo gritar? ¿qué hago si no grito?

Una vez redireccionado el lenguaje y el enfoque pedagógico durante el desarrollo del plan de intervención en la fase en la que se ayuda al niño en cuestión a adoptar nuevas estrategias de autorregulación emocional y autoconciencia considero que es cuando hay que plantearse en qué esferas del desarrollo individual del niño se intevendrá seguidamente y, en especial, de qué manera se intervendrá: objetivos a alcanzar, contenidos que se trabajarán, qué recursos serán empleados, tipos de actividades que podrían plantearse, planos de visión abiertos al futuro del desarrollo personal del niño…etc.

Es aqui exacto donde se puede aplicar la asignación de roles como estrategia de intervención en el propio desarrollo conductual. Este es un método que aplicado de manera correcta puede resultar muy beneficioso. Destacando su beneficio tanto para el niño en cuestión como para el resto de niños que abarcan su contexto. A continuación me gustaría detallar en este contexto metodológico cuál sería mi definición o significado de rol.

¿Qué es el rol?

Un rol es el papel que alguien desempeña a través de una o varias funciones que afectan de forma implícita o explícita a su entorno social, el cual lo conforman otros roles.

Por lo general, cuando un niño o niña tiende a presentar de manera reiterada problemas de conductas tiende a presentar de manera vinculada problemas de autoestima y vacíos en su propiocepción de la personalidad. Esto implica que al no disponer de una batería de estrategias que le ayuden a establecer respuestas emocionales adecuadas y/o conductas adaptativas, su concepción personal se verá distorsionada. Esto es, un niño que no sabe reconocer e integrar sus propias emociones. Que no sabe responder a determinadas demandas del entorno con conductas adaptativas, tendrá dificultades para entenderse a sí mismo.

Habrá que plantearse qué hacer para ayudarle a entenderse a sí mismo y a fortalecer y desarrollar una personalidad sana, positiva, adaptativa, firme y social. La asignación de roles será, entonces, una gran respuesta a esta necesidad de identidad que presenta el niño. Tal y como he mencionado anteriormente, esta estrategia metodológica se pondrá en práctica una vez hayamos trabajado el manejo y control de las emociones en situaciones críticas. Será pues, dentro de la esfera de desarrollo de habilidades sociales donde aplicaremos esta estrategia.

¿En qué consiste la asignación de roles y desde qué enfoques se puede desarrollar?

La asignación de roles es un tipo de estrategia aplicable través de una amplia variedad de actividades. Estas actividades pueden trabajarse desde enfoques puramente cognitivos, enfoques de tipo expresivo artístico o enfoques más funcionales y pragmáticos que se generalicen en el día a día. Esto es, pueden ser trabajados en:

  • Sesiones específicas. Sesiones donde se desarrolle la teoría de la mente y se trabajen las habilidades sociales. Trabajo realizado de manera conjunta al desarrollo de los procesos cognitivo-conductuales del niño.
  • Talleres y sesiones breves de teatro y expresión artística. Allí se llevan a cabo actividades expresivas donde se integran la música y la pintura desde una libre motricidad.
  • Situaciones de la vida diaria. En ellas se podrán dar conflictos o problemas sencillos que puedan ser resueltos por el niño o niña en cuestión.

La finalidad global de todos estos enfoques es hacer que el niño sea capaz de visualizar la situaciones conflictivas. Visualización que debe realizarse desde varios puntos de vista. Tanto objetivos como subjetivos. Mostrándole la variedad de puntos de vista existentes. Y enseñándole a ser capaz de crear juicios razonados y decidir entre la diversidad resolutiva que puede existir para afrontarlas.

¿De qué manera influye un rol en la conducta?

Todos y todas adoptamos distintos roles en el día a día. Estos roles van de la mano de nuestra personalidad. Y depediendo del tipo de personalidad, las personas adoptamos un rol u otro en determinadas situaciones. En una situación de conflicto nuestra actitud variará dependiendo del rol adoptado que más se asemeje a nuestra personalidad. Es por ello que enseñar a adoptar roles variados a un niño o una niña le ayudará a crear una personaldiad mucho más adaptativa y resolutiva ante estas situaciones de conflicto que se puedan dar. Favoreciendo que este niño deje de ser, en gran medida, el propio generador de conductas disruptivas evocadoras a situaciones conflictivas.

Creando situaciones controladas donde el niño sea capaz de adoptar roles donde se muestre:

  • Más o menos seguro.
  • En mayor o menor medida decidido hacia la resolución de un problema.
  • Con un enfoque más pasivo u activo.

Sólo entonces será capaz de integrar una serie de conductas que respondan y se adapten a gran variedad de situaciones. Además, estaremos ayudándole, a través de la integración de estas nuevas conductas adaptativas, a forjarse una personalidad más sana.

Conclusión.

A modo de conclusión quiero resaltar la importancia de un aspecto que he mencionado anteriormente. Se trata del hecho de dotar a todos los niños de una amplia batería de estrategias. Estas serán las que les ayuden a forjar de manera autónoma su propia personalidad. Una personalidad única y rica. Con sus puntos fuertes y débiles. Con sus propias ideas, pensamientos, disconformidades, intereses, miedos, gustos, expectativas, metas y motivaciones personales. La sociedad necesita personas que sean capaces de pensar por sí mismas y que sean consecuentes con sus actos. Necesita de un amplio abanico de personalidades que se retroalimenten entre ellas fomentando la diversidad humana. Pues todas las formas de ver y entender el mundo enriquecen la sociedad. Y es aquí donde, mediante el trabajo conjunto de las familias con el equipo interdisciplinar, puede desarrollar la integración de estas habilidades que les permitan ser ellos mismos.

 

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