Lo que duele en educación especial.


Las personas que trabajamos en el campo de la atención a la diversidad y la educacion especial estamos bastante acostumbradas a escuchar frases que nos duelen. Frases que, algunas con mejor o peor intención, solo denotan una clara falta de conocimiento y respeto hacia lo que es la diversidad. Frases como:

«Este niño no debería estar aquí. Qué pena. ¿Son capaces de aprender algo? Pobrecito/a. A mí me da mucha lástima. Es que aquí no encaja. Menuda tienen que aguantar sus padres. Los niños enfermos. No son como los demás. Menos mal que no se enteran. Yo no querría tener un hijo así. ¿Se dará cuenta de que es diferente? Por suerte no tienen mucha esperanza de vida.»

 

Muchas de estas frases no solo muestran una actitud de exclusión, también claras connotaciones lastimeras. Y la verdad es que si me preguntan si me da pena que haya niños que reciban apoyo especializado de PT o de AL, les diré que no me da ninguna pena. Mi alumnado no me produce ninguna pena por recibir mi ayuda. En todo caso, me daría mucha pena que necesitasen de dicho apoyo, pero que no lo recibiesen. Me tranquiliza poder darles apoyo y ayudarles a aprender, a vencer las dificultades, a superarse cada día a sí mismos. No me produce pena el autismo, ni la hiperactividad, ni las dificultades de aprendizaje, ni tampoco la discapacidad en cualquiera de sus formas. Será que soy un ogro, pero a mí me da mucha pena otras cosas que pocos conocen sobre la educación especial.

El discurso y la actitud lastimera hacia las personas con diversidad funcional o necesidades especiales no implica que te haga más humano o más sensible. Solo demuestra un claro desconocimiento. Repito, con mejor o peor intención. De forma consciente o inconsciente.

A mí, todo lo que me duele en cuanto a las experiencias que se viven en este trabajo tienen que ver con aquellas que se producen por una falta de inversión, de atención especializada y de recusos. Siento lástima cuando no puedo dedicar todo el tiempo que realmente requiere mi alumnado porque me paso las semanas haciendo auténticos malabares entre sesión y sesión. Me duele perder mucho tiempo preparando material manipulativo porque no hay suficiente dinero para comprarlo ya hecho. Me duele no contar con una red de internet lo suficientemente fuerte y estable para poder crear y manejar más recursos digitales con mi alumnado.

Me duele que como PT tenga una ratio de alumnado muy alta. Me agota tener que recortar sesiones para poder atender a otro alumno nuevo e inesperado. Y me enfada tener que ser yo quien dé la cara ante la familia, y no inspección o la propia Consejería de Educación.

Ver alumnos que no se encuentran cómodos en sus carros o sillas de ruedas porque se han quedado obsoletas y todavía están a la espera de recibir una subvención económica que permita a sus familias renovar los apoyos para la autonomía y la movilidad… eso me duele y me apena cada día. Me enfado cuando veo tantos niños sin atender por falta de personal. Colegio tras colegio. Uno tras otro. Siempre la misma historia. Eso sí que me duele.

Me entristece cuando mi alumnado pierde las ayudas, becas y subvenciones. Me enfada cuando les retiran la atención temprana, como si el autismo desapareciese mágicamente a los 6 años. Me enfurece cuando directamente no reciben atención temprana. Me indigna que se desperdicie el potencial de mi alumnado poque faltan recursos a todos los niveles. Por si no lo sabéis, en educación especial el tiempo es oro. Y de todo esto, lo que más me duele es que existan sinvergüenzas que hacen negocio con pseudoterapias aprovechándose del dolor y la necesidad de miles de familias.

Me agota enfrentarme a situaciones críticas en las que un adulto solo no puede hacer frente. Pero claro, falta personal. Me entristece terminar cada día agotada física y mentalmente porque los propios profesionales no contamos con una red de apoyo psicológico que nos respalde en los peores momentos. Los maestros de educación especial nos enfrentamos a situaciones muy críticas. Críticas para el alumnado y para nosotros. Algunos lo viven incluso a diario. Me agota que no contemos con ningún tipo de apoyo ni reconocimiento.

Me crispa muchísimo que las propias rigideces del sistema educativo español impidan que se reconozcan muchos de los avances de mi alumnado o muchas de sus fortalezas. Un niño de 10 años aprendiendo a quitarse una chaqueta de cremallera, la primera palabra con 8 años, aprender a lavarse las manos con 12, abandonar progresivamente las autolesiones con 9 años, aprender a leer con 13, subir escaleras de forma autónoma a los 9… me revienta que el sistema lo entorpezca y no lo valore.

Todo esto es lo que realmente me duele de la educación especial. No me duele mi alumnado por sus necesidades o circunstancias personales. Tampoco me duelen las frases que escucho a diario sobre mi trabajo y mi alumnado. Lo que realmente me hace daño, es que existan niños, jóvenes y adultos con necesidades especiales o diversidad funcional que se encuentren abandonados a su suerte.

5 comentarios de “Lo que duele en educación especial.

  1. Juan dice:

    Enhorabuena por tu artículo, tienes mucha razón en tus palabras ya que yo inconsciente he pensado alguna ocasión ese tipo de actitud lastimera, pero gracias a tus explicaciones creo que me dan más lástima que no se preste la debida atención a esas personas que tienen una necesidad de atención especial ni al colectivo de personas que os dedicáis a ayudarles. Solo me queda decirte que sigas disfrutando del trabajo que realizas y de los logros que deseo sigas consiguiendo con las personas a las que ayudas. ¡¡¡Mucho ánimo!!!

  2. Gabriela dice:

    Me encantó tu artículo, cuánta verdad dices.
    Soy de Perú y soy profesora de primaria y afortunadamente he tenido la dicha de trabajar con niños con necesidades especiales y por qué me tocaba hacerlo? Porque en la otra aula hacían lo imposible para que no estén con la o el profe. (Esa actitud si da rabia y pena)
    Ver cada logro es maravilloso, me da un orgullo que solo los que lo vivimos sabemos de qué se trata exactamente.
    Ahora haré talleres de verano y tendré alumnos TEA conmigo, y ya verán de lo que son capaces jeje.
    Con todos los niños con diferentes necesidades se aprende muchísimo más y llegas a lograr lo que debes lograr como ser humano.
    Ojalá, eso de la pena por existir niños con necesidades diferentes, se termine, son personas como nosotros que al igual que nosotros aprenden diferente.
    Y que acá el sistema educativo funcione realmente como debe hacerlo por el bien de todos los niños, con la verdadera inclusión que dicen que existe.
    Un abrazo y éxitos.

  3. Rosario dice:

    Totalmente de acuerdo contigo. Pero yo cuando yo escucho esas frases… , ya he entrado en otra batalla, intentad hacerles pensar ,porque muchos de ellos parecen que se dejaron el cerebro en las oposiciones y por ello les » ataco» a sus supuestos corazones ¿ y si fuera tú hijo, primo , hermano… también hablarías así? ¿ No querrías ver todo su potencial? Potencial que par ti, es algo » normal » pero para ellos, debido a las dificultades que tienen que vencer, es mucho más.Parece una tontería, pero créeme la mayoría de veces los hago pensar y por lo menos si hacen ese tipo de comentarios no lo vuelven a hacer delante mía ( intento creer que han dejado de hacerlos). Creo que es muy importante visibilizar todo TODO . Porque parece que si no se muestra no existe.
    ¡Felicidades por el gran artículo!

  4. Ana Isabel Alava Jimenez dice:

    Me ha gustado mucho… Muy bien explicado. Me identifico totalmente. Hace tiempo que sigo tu blog y me gusta. Enhorabuena por el artículo y por tu blog. Besos

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